jueves, 24 de marzo de 2016

Clases de madre?

Llegamos a la semana 22, ya empezamos nuestro recorrido por el sexto mes. Parece que fue ayer cuando vimos a nuestro bichito por primera vez y ya es todo un hombrecito que nos patea la vejiga nos divierte cuando le da hipo y toda la barriguita tiemba.

Personalmente yo llegué a la semana 22 con los agobios de la semana pasada, el tiempo se nos echaba encima y seguíamos sin encontrar un piso que se adaptara a las necesidades de ésta familia de 5, pero también me dio por pensar en la clase de madre que iba a ser. No sé por qué me dio por ahí, pero me empecé a sentir un poco insegura.

Habíamos hablado del tema y preferíamos no llevar al bichito a la guardería si no era indispensable, en casa el que cocina es paparockero, porque aparte de que le encanta, se le da de maravilla y yo me veía como la típica madre de telenovela que sólo tiene que estar pendiente de su hijo y no hace nada más que observarle todo el día, llevarle y traerle al parque y no separarse de él ni un segundo. Que no me parece mal, pero no me veo, yo siempre he sido muy activa, me gusta el deporte, la repostería, hacer la casa, estar entretenida en general, los días que tengo que estarme todo el tiempo sentada en una silla delante del ordenador me vuelven loca, siento que, aunque haya echo un millón de cosas, no he aprovechado el día.

Ahí se encendió una bombilla en mi cabeza, la repostería. Siempre me ha gustado hacer tartas y todo lo que sea dulce, todo empezó porque paparockero no tiene mano y si no era para hacer algún postre no me dejaba entrar a la cocina, y la verdad es que con la excusa había acumulado en unos años cientos de recetas. 



En ese momento se me apareció la imagen de la madre americana que se levanta dos horas antes que el resto de la casa para preparar el desayuno y estar estupenda para cuando la casa se pusiera en marcha y que a la hora de la merienda había preparado algo delicioso y seguía estupenda, y lo más importante, no parecía que hubiera pasado un huracán por la cocina. Ese tipo de madre me gustaba más, y sabía que a paparockero le gustaría aún más, así que desempolvé el viejo libro de recetas que me regaló paparockero hacía unos años, que no era más que un libro en blanco en el que yo iba apuntando mis recetas favoritas, aunque he de reconocer, que al final acabo apuntándolas siempre en folios sueltos.

Ese fin de semana no podía dormir así que me levanté y preparé unas deliciosas tortitas para desayunar, paparockero nada más despertarse y oler ya se levantó con una sonrisa. Definitivamente ésa es la clase de madre que quiero ser, la que consigue que su familia se despierte cada día con una sonrisa.

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