Mientras
vosotros leéis esto nosotros estamos de vuelta a casa en el segundo
vuelo de nuestro bebe. Otro año más las vacaciones de navidad se
han acabado, pero este año han sido especiales, han sido unas
fiestas con muchas primeras veces.
Las
primeras navidades con un peque en la familia, la primera vez que
come sólidos, su primer vuelo..., y de eso mismo venimos a hablar
hoy, sobre nuestra experiencia, y algún truquito para los primeros
vuelos de los más pequeños.
Etel
la verdad es que lo llevó genial, a pesar de que fue un día muuuuuy
largo. A las 6 de la mañana tuvimos que despertarle para irnos hacia
el aeropuerto, ya íbamos tarde y un poquillo atacados, creímos que
perdíamos el avión.
En
el aeropuerto no dejaba de mirarlo todo y no quería dormir, por una
parte mejor porque si dormía durante el vuelo no habría mayor
problema, más carreras para llegar y listo, ya estamos en la puerta.
Oh
no, Paparockero y yo vamos separados. Gracias a Dios, la persona que
iba sentado a mi lado nos cedió su asiento y pudimos ponernos juntos
porque si no habría sido un desastre, no podría haber alcanzado las
cosas de la pañalera, ya sabéis lo amplios que son los aviones en
éstos tiempos.
Vamos
con retraso, pero de momento le hace gracia la guía de seguridad y
se entretiene. Encienden motores y nos dirigimos a pista. Ni se
inmuta.
Intantamos
que coja el biberón, ya sabéis que es un pequeño truquito, si
durante el despegue y el aterrizaje le dais de mamar o el bibi no se
le taponarán los oídos por lo que no será una sensación tan tan
extraña para él. Pero nada oye, que el bibe para ti, al menos
conseguimos que cogiera la chupeta, no se quejó en ningún momento
así que suponemos que hizo el mismo efecto.
Al
ratito de despegar y después de haber inspeccionado minuciosamente
la bufanda de la joven en el asiento continuo se quedó dormidito de
puto agotamiento.
No
llevaba ni media hora dormido cuando a la niña del asiento de
delante le dió un berrinche con el consiguiente susto a mi osito
dormilón, como no había manera de que la chiquilla se calmara Etel
se acabó espabilando y siguió con su exploración.
Cerca
de la mital del vuelo Paparockero y yo decidimos cambiar los asientos
porque no es precisamente cómodo llevar 8 kilos 700 que no dejan de
moverse durante casi 3 horas.
Cuando
aterrizamos vimos que había 5 bebés en el avión y otros tantos
niños más mayores, y el elefantito fue el único que no lloró.
Como bien sabéis nuestro rockerillo es un cotilla y todo lo quiere
ver así que suponemos que le pudo la curiosidad al miedo.
Al
ir a por las maletas la suya no apareció, así que entre unas cosas
y otras estuvimos dos horas de más en el aeropuerto de Barajas, y al
final acabó quedándose dormido al fin.
En
resumen, nuestros trucos eran intentar que tuviera algo que succionar
a la hora de despuegue y aterrizaje para evitar esa sensación tan
horrorosa de tapón en los oídos, tener en todo momento cosas para
distraerle, aunque al final no hacieron falta porque el folleto le
tenía fascinado.
Habiéndole
cambiado el pañal antes del vuelo, en vuelos cortos, no debería
haber mayor problema.
Nos
contáis cómo son vuestros viajes con los más peques? Nosotros por
suerte o por desgracia volamos a menudo y esperamos que sea algo
normal dentro de su vida, pero los niños cambian y nunca está de
más tener un truquito bajo la manga.